
Post-mortem Transvulcania: Lecciones tácticas
Introducción: lo que aprendí sobre la nutrición en Transvulcania corriendo sobre lava
Transvulcania nutrición no es sólo cuestión de geles, sales y puestos de socorro. En esta carrera, alimentarse adecuadamente puede ser la diferencia entre acabar fuerte o arrastrarse por las tierras volcánicas de La Palma. Ahora que han pasado unos días desde que crucé la línea de meta, todavía estoy digiriendo -tanto literal como emocionalmente- todo lo que viví.
Por ello, he querido escribir este artículo como un informe táctico y una guía honesta para quienes se preparan para enfrentarse a esta bestia que es una carrera de ultradistancia. No estoy aquí para darte consejos genéricos: quiero contarte lo que yo hice bien, los errores que cometí y lo que yo haría exactamente igual en lo que respecta a la nutrición en terreno volcánico.
Porque sí: repostar en Transvulcania es un reto técnico, térmico y mental que muy pocos explican correctamente.
Primeros kilómetros: la trampa del entusiasmo
Cuando salí del faro de Fuencaliente, sentía el cuerpo fresco y la moral por las nubes. Aunque sabía lo que me esperaba, los nervios me hicieron cometer el primer error nutricional: esperar demasiado para comer algo. Tenía el estómago apretado y me sentía llena de energía, así que decidí no forzar.
Sin embargo, lo que podría funcionar en otras carreras te cuesta caro aquí. La subida inicial, larga y en constante pendiente ascendente de grava volcánica suelta, aumenta el gasto energético mucho antes de lo que te imaginas. Además, el sol que se refleja en el terreno negro empieza a calentar tu cuerpo muy pronto. Como resultado, llegué al primer puesto de socorro mucho más agotado de lo que me gustaría admitir.
Así que, si vuelvo a correr la Transvulcania, me obligaré a comer a los 30 minutos, sin excusas.. Ya no me fío del enfoque “me encuentro bien, esperaré un poco más”.
Hidratación: ni demasiada agua, ni poca sal
Al salir el sol y desaparecer la humedad la pérdida de electrolitos se aceleró rápidamente. En un ambiente tan seco y caluroso, el sudor se evapora antes de que te des cuenta, lo que puede provocar una deshidratación silenciosa.
Durante todo el primer tramo hasta El Pilar, bebí con regularidad, aunque cometí el error de no suplementar con suficientes sales. Utilicé bebidas isotónicas, sí, pero no calculé bien la concentración ni la ajusté en función de la temperatura. En consecuencia, empecé a sentir ligeros calambres en la subida a El Reventón. No era un dolor incapacitante, pero era una señal clara de que algo no iba bien.
Esta experiencia me mostró lo implacable que es la nutrición Transvulcania ecuación puede serlo si juzgas mal tu estrategia electrolítica. Desde entonces, he aprendido a toma una cápsula de sal cada 45 minutos, siempre acompañada de agua limpia. También roté los sabores (cítrico, cola, neutro), porque uno de los mayores enemigos en Transvulcania es fatiga de sabor. Cuando ya no soportas el sabor de tu bebida, dejas de beber. Y cuando dejas de beber, las cosas empiezan a desmoronarse.
Carbohidratos en suelo volcánico: cómo y cuándo actúan
En el tramo central del recorrido, entre El Reventón y el Roque de los Muchachos, el terreno es tan exigente que tu cuerpo quema glucógeno a un ritmo brutal. Cada paso sobre la suave grava volcánica parece el doble de duro, y si estás por encima de los 2.000 metros, el metabolismo se dispara sin previo aviso.
Aquí es donde se pone a prueba la nutrición de la Transvulcania. Personalmente, alterné geles líquidos con tentempiés salados como patatas cocidas o dátiles con sal, que funcionaron razonablemente bien. Sin embargo, cometí un gran error: dejé de masticar sólidos demasiado pronto.
Después del kilómetro 50, cambié a sólo geles y bebidas, porque mi estómago no toleraba los sólidos. Pero hacerlo me llevó a un descenso constante del rendimiento y a una sensación constante de vacío digestivo. La próxima vez, incluiré productos de textura media: gominolas, purés de fruta, barritas blandas de sabores neutros.
Además, utilizar distintos tipos de azúcares (glucosa, maltodextrina y fructosa) me ayudó a evitar los picos de energía seguidos de bajones. La clave, descubrí, es no saturar tu sistema con un solo tipo de combustible.
El enemigo oculto: el calor que sube del suelo
Una cosa que no preví bien fue el calor que irradia el terreno volcánicosobre todo a mediodía en los tramos expuestos. Aunque el aire ambiente no resultaba sofocante, mis zapatos se calentaban tanto que me ardían las plantas de los pies.
Ese calor -invisible pero constante- afecta a la digestión más de lo que crees. La sangre se redirige a los músculos, el estómago se ralentiza y los líquidos ya no se absorben correctamente.
Como resultado, empecé a sentirme hinchada, a retener agua y a tener dificultades para tragar. Tuve que bajar el ritmo, hidratarme con agua muy fría y evitar los azúcares concentrados durante aproximadamente una hora para que mi cuerpo pudiera restablecerse.
Así que, si alguien me pregunta ahora cómo manejarlo, le diría utiliza dosis divididas de sales, bebe menos pero con más frecuencia, y evita cualquier bebida caliente después de las 11 de la mañana. Y si es posible, refréscate la cabeza en cada fuente.
Puestos de socorro: no improvisar significa ahorrar tiempo y energía
Puestos de socorro en Transvulcania están bien espaciados, pero no todos ofrecen las mismas opciones. Algunos tienen fruta, otros sopa, y unos pocos incluyen tentempiés salados. Así que mi consejo táctico más claro respecto a Transvulcania nutrición es: estudiar el plan de carrera y asignar un objetivo específico a cada estación.
Por ejemplo:
- El Pilar: come sólidos, rellena agua, ajusta postes
- Reventón: toma sal, añade un gel y enfría
- Roque de los Muchachoscome algo caliente, descansa cinco minutos y vuelve a evaluar lo que queda
En mi caso, no planifiqué con ese nivel de detalle, y me costó unos minutos preciosos decidir sobre la marcha qué comer o beber. Aprendí que cada segundo que te detengas debe ser intencionado, no accidental.
Además, llevar mis propias provisiones de emergencia (galletas saladas, cápsulas de jengibre y bolsitas de puré de fruta) me salvó la vida. salvavidas que repetiré sin duda.
Mente fría, estómago caliente
Una de las mayores lecciones que saqué de esta carrera es que la digestión es emocional. Cuando estás demasiado excitado, comes mal. Cuando estás asustado, comes en exceso. Y cuando estás bloqueado, no comes nada.
Por eso me ceñí a una regla durante la segunda mitad de la carrera cada hora, al menos 150 kcal y 400 ml de líquido, aunque sólo fuera un sorbo. No siempre fue fácil, pero me ayudó a evitar grandes choques.
También me di cuenta de que los bajones mentales a menudo venían después de una bajada de glucosa. Cuando empezaba a sentirme decaída o apática, comía algo rápidamente -una gominola, un sorbo de bebida isotónica o media barrita- y mi cerebro se iluminaba como si alguien hubiera accionado un interruptor.
Conclusión
Transvulcania nutrición es un arte que se aprende sufriendo, pero se mejora compartiéndolo. Por eso dejo aquí un resumen práctico de lo que funcionó y lo que no:
Lo que repetiré:
- Dosis de sal divididas desde el primer kilómetro
- Geles líquidos con azúcares mezclados
- Alternando texturas y sabores desde el principio
- Comer incluso sin hambre cada 30-45 minutos
Lo que evitaré:
- Esperar hasta el primer puesto de socorro para comer
- Depender de sólidos pesados a mitad de carrera
- Utilizar sólo isotónica sin agua limpia
- Improvisar en los puestos de socorro sin un plan
Al final, correr la Transvulcania fue una aventura salvaje. Lo hice con respeto, sufrí con dignidad y terminé con una sonrisa embadurnada en ceniza volcánica. Y entre cada bocado, cada sorbo y cada error, aprendí que la nutrición no es opcional en un ultra – es tu salvavidas.